Los panecitos de San Nicolás

Que nunca se acaben los panecitos

Ir por los panecitos de San Nicolás es una de las tradiciones leonesas más añejas y populares. Cada 10 de septiembre se festeja a San Nicolás de Tolentino en su templo del Barrio Arriba; en el cruce de las calles Aquiles Serdán y Constancia se esparcen desde temprano decenas de puestos con piezas de pan en miniatura, mismas que luego de ser bendecidas, se guardan para curar a los enfermos.

A la también llamada fiesta de los panecitos llega gente de todas las edades con un mismo objetivo: tomar sus charolas y llenarlas de sabores y colores. A la vista hay cocodrilos, orejas, conchas, cuernos, donas, cemas, bísquets y bolillos, por citar algunos ejemplos. Hay muchos más, pero todos chiquitos.

Este festejo surge de la propia vida del santo italiano, quien estando gravemente enfermo, tuvo un sueño en el que la Virgen María le decía que para curarse, remojara pan en agua y lo consumiera. Cuando el entonces fraile agustino hizo lo propio, sanó a los pocos días; a partir de ello repartió pan entre la gente enferma, contando el milagro. El pan, dice la tradición religiosa, lo llevaba en una canasta que no se vaciaba. Muchos años después, la Iglesia católica dispuso que en los lugares donde se veneraba a San Nicolás de Tolentino, se bendijera el pan y se distribuyera entre los creyentes.

La iglesia de San Nicolás de Tolentino en León es a su vez la más antigua del Barrio Arriba, siendo originalmente una capilla de viajeros que marcaba una de las antiguas entradas a la entonces villa virreinal.

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